jueves, 19 de abril de 2018

No renuncies a tus propósitos y sueños


Muchos quieren “comerse el mundo”, pero a la primera mordida que el mundo les da, se quedan derrotados. Todos quieren ser exitosos, hasta que se dan cuenta que serán juzgados, traicionados, criticados, señalados, “crucificados”; y es que dirigir, delegar, señalar, criticar, aconsejar, y juzgar es fácil, pero dar el ejemplo con hechos, solo muy pocos!


Muchos van a estar a tu lado siempre y cuando no representes una amenaza para ellos y mucho menos intentes superarlos. Muchos van a querer correr a tu lado y pronto se cansarán y querrán detenerte o que te detengas a esperarlos, y es que la gente perdona todo… menos el éxito.


Se van a reír de vos, van a hablar de vos, y hasta van a hacer un listado de tus fracasos y del por qué no deberías estar donde estás, deberías soñar o hacer algo. Van a derramar veneno a cualquier oído sediento de malas intenciones, pero mientras que ellos hablan, un día, tus hechos hablarán más alto y no habrá más que aceptar que vos te atreviste y ellos no, y no podrán negar que Dios estuvo y estará contigo todos los días de tu vida, y nada ni nadie podrá hacerte frente, porque Dios va delante de vos, abriéndote el camino. 


El verdadero éxito es morir cumpliendo tu propósito, saber vivir el conflicto sin perder la paz, soportar el rechazo y la burla; el verdadero exitoso está dispuesto a perder todo sin claudicar! Si necesitas, date un tiempo, date un respiro, pero no renuncies!! Cuando tenés un propósito de vida, el afán, la angustia, el stress, la confusión, o lo que fuera, desaparecen por completo. Cuando sabes tus prioridades podés dedicarle cada segundo precioso de tu bella existencia a morir con dignidad. 


Evita profundizar en las relaciones con los mediocres: los criticones, miedosos, negativos, pasivos, temerosos, necios, infieles, amargados, cuadrados, rencorosos, abusivos… porque esto se puede contagiar, entra a tu vida, y aunque pienses que esto es imposible, uno suele convertirse en aquellas personas que más frecuenta en su vida. Mirá a tu alrededor y analiza de quién te estás rodeando, y te vas a ver en el mismo barco que ellos. Si te juntas con quienes no saben su propósito, es posible que vos tampoco lo sepas… o te bajas del barco, los bajas, o los llevas a tu barco.  Yo no digo que los enjuicies o que te alejes de ellos, solo que reduzcas la frecuencia de tu convivencia con aquello que no te bendice, que no te suma, que no te multiplica. 


No tengamos como meta la fama y el reconocimiento, pero hagamos con excelencia el papel que se nos ha dado en la vida, ya sea que nos haya tocado ser un extra o el héroe, pero no te permitas jamás ser mediocre. Erradiquemos la mediocridad en todos los asuntos personales y espirituales. Elevemos nuestros estándares al máximo! 


Tengamos presente que no siempre vamos a ser el protagonista de la película, hay momentos de la vida para estar en la luz y otros, para estar en la sombra. No califiques tu vida hasta que sea el momento de poner unas palabras a una tumba, porque antes de eso, tu historia no ha terminado.

Gozate en la adversidad y date cuenta que esa adversidad tiene el don de despertar talentos que en la comodidad hubieran permanecidos dormidos. Emocionate ante los desafíos y disfruta de las tormentas, porque muchas veces aquello que no te desafía, no te cambia! 


Cada vez que tengas un sueño grande, te vas a meter en situaciones de conflicto, pero recordá que la vida es un libro que se escribe con acciones, y no con deseos. La vida es el libro de los hechos, no de los intentos. 



La foto representa mi propósito (uno de ellos), y creo que el de las brillantes y exitosas personas que están en ella! Aún estando en la luz o en la sombra, completos, a medias, rotos, a pedazos… hay que seguir! Estas palabras son especialmente para cada uno de ellos: digan lo que digan, y pase lo que pase, no renuncien a sus propósitos y sueños!!! 


“Dios mismo será tu guía, y te ayudará en todo; él jamás te abandonará. ¡Echa fuera el miedo y la cobardía!” (Deuteronomio 31:8)






(Inpirado en palabras de D.H.)


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