Teniendo
en cuenta situaciones que me tocaron vivir, llegué a la siguiente conclusión:
cuando las personas son ofensivas, es porque están dolidas por dentro.
Evidentemente
todo lo que hacemos es motivado por algo, entonces creo que lo mejor que
podemos hacer cuando tratamos con personas irritantes es “ver” un poco más allá
e intentar entender el comportamiento, basado en algún dolor.
Pensé bastante en qué hacer ante situaciones así… recordé qué hice
alguna vez para paliar contextos desagradables vividos. La respuesta: hallar
gracia y tener paciencia. Cuanto más comprendamos los antecedentes o historia
de las personas, más “gracia” le vamos a mostrar, a lo mejor no conocemos el trasfondo
de su vida (lo que muchas veces, o todas, no justifica el trato, claro está). Cuando comprendamos el trasfondo de alguien, vamos a comprender el estrés de esa persona,
entonces es más fácil mostrar gracia, sobrellevar, resolver o ayudar a la persona.
Debemos
tener sabiduría, ¿por qué? Porque la sabiduría nos da paciencia y la paciencia
nos hace pasar por alto la ofensa. A ver, a lo que quiero llegar es que debemos
tener un amor verdadero, de hecho, la Biblia dice que negarse a ser ofendidos
por los demás, es en realidad un acto de amor maduro. Entonces lo que debemos
hacer es mostrar el amor que tenemos en el corazón. Entre más amor tengamos,
más difícil es que nos ofendamos.
“Es de sabios tener paciencia, y es más honroso perdonar la
ofensa.” (Proverbios 19:11)
Entre menos amor tengamos en el corazón, es más fácil que nos
ofendan. Cuanto más amor tengamos, menos molesta será la situación en la
que nos estén tratando mal, degradando,
desaprobando, acusando, etc.
(Proverbios 10:12) “El odio provoca peleas, pero el amor cubre todas las
ofensas.”
Escojamos
rehusarnos a ser ofendidos, tengamos amor, y entendamos que solamente la gente
lastimada, lastima a la gente.