jueves, 9 de enero de 2014

La gente lastimada, lastima a la gente



Teniendo en cuenta situaciones que me tocaron vivir, llegué a la siguiente conclusión: cuando las personas son ofensivas, es porque están dolidas por dentro.

Evidentemente todo lo que hacemos es motivado por algo, entonces creo que lo mejor que podemos hacer cuando tratamos con personas irritantes es “ver” un poco más allá e intentar entender el comportamiento, basado en algún dolor.

Pensé bastante en qué hacer ante situaciones así… recordé qué hice alguna vez para paliar contextos desagradables vividos. La respuesta: hallar gracia y tener paciencia. Cuanto más comprendamos los antecedentes o historia de las personas, más “gracia” le vamos a mostrar, a lo mejor no conocemos el trasfondo de su vida (lo que muchas veces, o todas, no justifica el trato, claro está).  Cuando comprendamos el trasfondo de alguien,  vamos a comprender el estrés de esa persona, entonces es más fácil mostrar gracia, sobrellevar, resolver o ayudar a la persona.

Debemos tener sabiduría, ¿por qué? Porque la sabiduría nos da paciencia y la paciencia nos hace pasar por alto la ofensa. A ver, a lo que quiero llegar es que debemos tener un amor verdadero, de hecho, la Biblia dice que negarse a ser ofendidos por los demás, es en realidad un acto de amor maduro. Entonces lo que debemos hacer es mostrar el amor que tenemos en el corazón. Entre más amor tengamos, más difícil es que nos ofendamos. 
 “Es de sabios tener paciencia, y es más honroso perdonar la ofensa.” (Proverbios 19:11)
Entre menos amor tengamos en el corazón, es más fácil que nos ofendan. Cuanto más amor tengamos, menos molesta será la situación en la que nos estén tratando mal, degradando,  desaprobando, acusando, etc.

(Proverbios 10:12) “El odio provoca peleas, pero el amor cubre todas las ofensas.” 

Escojamos rehusarnos a ser ofendidos, tengamos amor, y entendamos que solamente la gente lastimada, lastima a la gente.